sábado, 2 de septiembre de 2017

Los elotes no tienen maíz

No sé cómo ni por dónde empezar. Las semanas ahora las vivo como en novelas cortas de Gabriel García Márquez, o sabe. La realidad cada vez parece más lejana, más ficticia y lo que estoy viviendo suena más bien a una mala historieta de algún amateur de internet.

¿Es esto crecer?

¿Aumentas de edad, de talla, de peso, aparece vello en donde no pensabas que habría y de repente todo comienza a volverse más ridículo? ¿O sólo es mi percepción?

A lo mejor yo soy la loca de remate.
A lo mejor la vida así es y nadie me dijo que todo perdería la poca lógica que poseía en mis años de niñez.



Empezando con que, incluso para ser un ser humano medio funcional y roto a momentos, yo no había sentido celos en mi prra vida y les explicaré por qué.

Tengo dos teorías: Una de ellas se basa en la inseguridad. Los celos son eso, inseguridad, y por lo que he leído se ven reflejados en personas con baja autoestima que sienten o temen ser reemplazados por alguien "mejor", así que viendo que mi situación psicológica es que mis estados son extremos, así que incluso cuando sé que soy lo mejor que le ha pasado a la humanidad también sé que puedo ser una basura.
Ugh.

Otra teoría es que nunca nadie me ha importado lo necesario como para temer "perderlo". Bitch, qué me voy a andar perdiendo, tú me pierdes a mí, no yo a ti.


Pero, vaya, esas teorías las tengo desde hace algo de tiempo, quizás cuando empezaban mis sentimientos a tomar un rumbo de esta naturaleza y en realidad no me había preocupado.

Tenía amigos a quiénes adoraba con la intensidad del sol, me había enamorado, había tenido novixs... Pero nunca me había sentido relegada o con la súbita necesidad de acaparar el tiempo y la atención de mis seres queridos.

Me gusta recibir atención tanto como a cualquier escritor demente introvertido, pero pasando de cierto límite ya me agobia.

Voltear hacia atrás y poder decir que jamás he sentido eso era una tranquilidad espiritual casi indescriptible. Yo veía a mis amigos, a mis parientes, a mis compañeros sufrir por eso. Que si sus novios eran muy celosos, que si mis primas lo eran, que si mis amigos...

Me sentía agradecida por no haber nacido con tal desfachatez emocional.





Pero, como siempre la vida es muy burlona conmigo, me ha hecho tropezarme con cada persona.

Creo yo que les había escrito sobre esto, sobre mi creencia.

Para mí los celos son inseguridad propia de la persona que los siente y problemas de confianza con la otra persona por la que se sienten.
Para mí es muy claro cómo funcionan, porque incluso cuando yo no había llegado a experimentarlos, sí había tenido que lidiar con personas que sentían celos de o por mí.
Fue una práctica inusual. Aprendí a expresarme más, a darles ese ambiente de confianza a las personas a mi alrededor, a recordarles lo mucho que significan para mí y dejar pasar las malas vibras que las demás personas podían lanzarme porque me veían como "amenaza".

lmao.


Todo bien, todo en paz, todo en claro.

Hasta que los sentí y entonces me llevó la veeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrrrggggggggggggggggaaaaaaaaaaa




Quizás es muy osado de mi parte decir que jamás los he sentido. Probablemente en algún punto de mi digi-evolución los llegué a sentir, pero nunca habían sido experiencias traumáticas o que hubieran marcado una parte de mí. No eran un problema, porque no eran recurrentes -casi al borde de la inexistencia- y porque nunca he sido una persona explosiva en este sentido. 

Así que cuando hace dos años conocí a un tipo del que me enamoré como pendeja al cuadrado, hubo un momento en nuestra relación en la que estábamos tan mal que un día ese goteo de la llave descompuesta se volvió chorro, se volvió lluvia torrencial y destruyó todo. 

Esa noche tuve esa horrible visión de verlo a él interesado en otra mujer Y PUES SE ME ENERVÓ HASTA LA SANGRE EN EL ÚTERO, de verdad fue horrible. ¿Y cómo lo expresé? Como la dama elegante que soy, le grité de cosas y terminé bien peleada con él :3

Cuando me fui a la cama, seguía tan iracunda que casi me pongo a llorar. Y después de un tiempo, luego de haber terminado con esta persona, me senté en las escaleras de mi casa y con la cabeza entre las manos me puse a pensar en quién cARAJOS ME HABÍA CONVERTIDO. 

Yo no era así.

Yo no me sentía así.

Lo amaba, sí, y creía en él... hasta cierto punto. Esa desconfianza entre los dos me había terminado por pesar y se había vuelto inseguridad y miedo. Lo amaba, pero le tenía miedo. Lo deseaba tanto que pasaba mucho tiempo imaginándome que él se veía con alguien más, que conocía a alguien más. 

No a otra Mariana.

A una Lucía, a una Claudia, a una Yolanda, a una Beatriz, a una Dulce, a una Wendy.  

A otra mujer.

Y adiós, Mariana, adiós para siempre.

Y fue horrible. Fue muy horrible. Creo que desde ese momento algo se rompió dentro de mí y aunque he intentado controlar esa parte de mí, e incluso cuando me convenzco a mí misma de que me ama, de que me ama muchísimo todavía, de que incluso ahora que ya estamos bien él y yo, nada ha disminuido del amor que nos tenemos, incluso aunque él me lo diga hasta el cansancio, y yo se lo diga antes de dormir, a veces siento que ese volcán sigue dentro de mí, encendido.

Y lo odio por arruinarme, ME DEVASTASTE, CABRÓN >:'c




Ya de eso había pasado un buen rato. Quería olvidarlo aunque con frecuencia seguía en neón dentro de mi cabeza, pero yo fingía como que nada había pasado.

Podía seguir con mi vida y era casi como si yo fuera la misma de antes...

Hasta que volvió a pasar.

Pero ahora no con este hombre, sino con mi mejor amiga y obvio me saqué de turbo onda porque ???????????


yo no era celosa con quiénes me gustaban, mucho menos con mis amigos. LES DIGO QUE YA NO SÉ QUÉ ESTÁ PASÁNDOME, CREO QUE ME VOY A MORIR O ALGO :(

Y fue así, tan rápido, tan espontáneo, tan volátil. Una chispa que se encendió dentro de mí y quemó todo a su paso. Mi razón, mi lógica, mis sentimientos benevolentes, lo que esa amistad significa para mí. Todo se fue al caño.

Y no pude esconderlo. En mi cara se leen fácilmente mis emociones, así que esconder mi rabia era imposible. 
Y la oía reírse con alguien más, a carcajada limpia, sin pretensión ni mentira, y la sangre en mis venas me ardía. Me daban ganas de arrancarme las orejas.
Y la veía salir con alguien más, sin motivos ocultos, simplemente por disfrutar del día, de la ciudad, del momento, de la vida  y saber que yo no podía estar ahí me agüitaba cañón.
Y presenciar que ella estaba haciendo su vida sin mí en el encuadre principal -porque sí, yo debo ser la primera opción de todos o no quiero nada alv-me estaba deprimiendo mucho.

Me sentía confundida con esta ira, con esta impotencia y con esta tristeza. Me sentía sola, me sentía idiota, me sentía humillada.

Dormí varias noches dando vueltas por mi nueva cama pensando en eso, en lo que me estaba pasando, en lo que me estaba convirtiendo. ¿Esconderlo? ¿Negarlo? ¿Extinguirlo con mis propias manos? 
Ninguna de ellas parecía una opción decente.

Pero tenía que hacer algo.

Hablarlo con alguien. Embriagarme para olvidar. Suicidarme para no sentir. Lo que fuera...

Y es que las palabras no me salen. 





Me dediqué a revisar cuidadosamente de dónde venía esto que sentía. Si antes no me importaba ni me molestaba que ella tuviera más amistades, ¿Qué chingados iba a ser diferente ahora? Si yo sé que soy su mejor amiga y sé que me ama y chalalá, ¿Por qué tanta pinche inseguridad?...

Hasta que me di cuenta de que el fallo en nuestra relación se debió ese domingo en la búsqueda de casas para vivir en Dolores Hidalgo.
La facilidad con la que tomó distancia de mí, la facilidad con la que me hizo a un lado para agradar a alguien egoísta e irracional.
La facilidad con la que eligió a alguien más, a alguien que conoce desde hace dos años, sobre mí, que me conoce desde hace cuatro años.

La facilidad con la que me cerró la puerta en la cara fue lo que resquebrajó esto que tenemos. Y yo por mi parte decidí encerrarme dentro de mi mente y evitar tanto la realidad como pudiera, para que no me doliera.
Pero me dolió y ni modo. Yo aquí no tengo mucha voz ni voto, incluso cuando le he abierto la puerta para que se vaya cuando se le dé la gana y sólo le he pedido honestidad.




Así que mi conclusión aquí es que si siento esto es porque me rompieron por dentro y los odio, ojalá nunca vuelva a sentir algo tan horrible, prefiero arrancarme las uñas de las manos o quitarme las pestañas con una pinza.


Y ya, hoy no vengo a darles consejos ni a reflexionar con profundidad. Estoy desconcertada y tengo miedo de seguir caminando por el mismo sendero. La inseguridad no me va. No en este aspecto. No hay nadie mejor en el mundo como para que me reemplacen.


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