Al final no pude resolverlo yo solita. José (TE AMO UN CHINGO<3) se ofreció a ayudarme y se lo agradezco mil millones.
Otra cosa: No sé qué tan mamón y grosero de mi parte sea el usar el verdadero nombre de esta persona pero para que conste, no daré más datos personales. Sólo su nombre, para contextualizar. Es alguien de quién ya escribí con anterioridad.
Aldo parecía un buen hombre; Tiene una buena ortografía, es escritor y parece disfrutar mucho del mundo de los videojuegos pero sus intereses no sólo terminan ahí: También disfruta el cine o escuchar una buena canción. Le gusta el anime, está consciente del infierno en que hemos convertido a este bello planeta y tenemos muchísimas cosas en común.
Mi primer instinto sobre él fue que era alguien bueno, alguien que me trataría bien. Un writer buddy -no tengo, k trizte-, alguien con quién compartir mis ideas, mis dudas. Alguien que me pudiera enseñar cosas que ninguna otra persona en mi vida puede enseñarme porque no son escritores. Había pasado mucho tiempo desde que me sentía tan identificada con alguien. Él también estaba pasando por una mala racha y los cambios en su vida eran un poco bruscos.
Nos hicimos amigos.
Pero al segundo día de conversar, fue muy claro en sus intenciones: Me confesó que le gustaba.
Well, fuck.
Ya que se estaba sincerando, pues yo también aproveché la oportunidad y le dije lo que opinaba: No decarté la idea pero soy un torbellino de destrucción infinita, caos mediático, confusión y desesperación constante. Paso tanto tiempo dentro de mi cabeza que difícilmente escucho lo que otros dicen. Tiendo al histrionismo, me siento sola casi todo el tiempo y en general no suelo interesarme en las personas de manera romántica/sexual.
Aún así, él insistió en que quería seguir en una relación que podría no resultar beneficiosa para él.
Siempre fui honesta; nunca oculté nada. Nunca le oculté mis terribles pesadillas, ni mis miedos. No le mentí acerca de mis enfermedades mentales y emocionales. Le conté algunas cosas de mi pasado, sobre mis sueños del futuro. Le conté sobre que me descubrí a mí misma sintiendo una preferencia más allá de lo amistoso sobre mi mejor amiga. Le conté sobre mi estado de perpetua confusión y eterno misterio debido a una relación que mantengo con un hombre de quién he estado enamorada los últimos dos años (¿DOS AÑOS, WHAT THE FUCK?); él sabía bien que mi plan es morir en circunstancias trágicas a los veintisiete años, sabe que no estoy estudiando lo que en realidad debería estar haciendo y creo que es la única persona que sabe cómo inició mi alcoholismo.
Me mostré tal cuál soy, porque es lo que hago y en alguna parte dentro de mi ser esperaba espantarlo lo suficiente como para hacerlo cambiar de idea y se diera cuenta que una amistad era lo mejor. Creo que sólo terminó enamorándose más.
Me escuchó ebria, balbucear incoherencias. Fue testigo de mi tristeza producto de mis peleas/discusiones/desacuerdos/enojos con Diego. Leyó mis arranques de sentimientos románticos que de vez en cuando me amenazaban con desbordarse por Kar. Me dejó marchar directo a mi cama cuando estaba enferma -no me enfermo nunca, por eso es sorpresivo- Y se quejó conmigo sobre lo amarga y cruel que la vida puede ser cuando un ser querido se va.
Quería que funcionara. Todo sonaba tan fabuloso. Aldo parecía encarnar todo lo que había estado buscando: Un buen hombre, guapo, inteligente y escritor. Parecía realmente interesado en mí y preocupado por mi salud emocional. No se mostró prejuicioso en cuanto a mi orientación sexual, ni en cuanto a mi visión de la muerte. Realmente me dejó ser como yo era, nunca me censuró.
Si era tan perfecto, Mariana, ¿Cómo es que no te enamoraste de él?
Well, because estoy triste.
Empecé a sentirme presionada. Me llamaba por nombres cariñosos y no digo que el que me digan "cariño" o "linda" me va a incomodar pero si viene de alguien a quién tengo de conocer un mes pues sí me va a sacar un poquito de onda. Me hablaba a todas horas y si no respondía por un medio, me buscaba por otro. Parecía muy interesado en conocer cada detalle de mi vida pasada: Incluso me presentó a su hermano, quién me preguntó varias cosas sobre mis relaciones fallidas. Aldo quería saber de Diego y como no tuvo el valor de cuestionarme de manera directa, prefirió mandar a su hermano a hacerlo.
El tiro le salió por la culata, tho. Me encanta cuando los hombres me tienden trampas creyendo que voy a caer pero no caigo porque soy bonita y triste pero no pendeja.
Llegó a gritonearme por mi relación con Diego, por lo mal que me ponía cuando él hacía algo que me entristecía o me lastimaba. No lo culpo, no es el primero que me ha gritoneado ni creo que sea el último que lo haga.
También daba la impresión de que se sentía intrigado por mi relación de abstracta amistad con Kar.
Hablábamos de varios temas: De religión, homosexualidad, feminismo y prostitución. Hablábamos de los clichés de escritores, el alcoholismo y la muerte.
Luego venían sus canciones, cada una de ellas, desfilando, una tras otra, para mí y hacía mí.
Le di las gracias. ¿A quién no le gusta que le dediquen canciones? A mí sí.
Pero la presión no se iba. Aldo quería que le correspondiera y yo me sentía muy acorralada. Quería ponerle un alto pero no quería herir sus sentimientos, así que hice lo MÁS IDIOTA e impulsivo que se me ocurrió y empecé a escribir un montón sobre cuánto amaba a Diego, sobre cuánto me gustaba Kar, sobre cuánto extrañaba a Ingrid y sobre cuánto deseaba que el ex amor de la vida regresara. Empecé a escribir sobre lo muy gay que soy. Empecé a escribir sobre lo muy deseosa de tirarme de cabeza a los brazos de Diego me sentía.
Empecé a escribir de otros para ver si así le bajaba.
No lo entendió hasta que yo se lo tuve que hacer explícito.
Cerca de tres días después de que hablamos y le pedí que le bajara poquito a su intimidación, me turbo bloqueó de todos lados.
Al inicio me sacó de onda PORQUE CON QUÉ DERECHO TE CREES DE HACERME ESTO pero por esos días yo andaba tan ocupada que no tuve mucho tiempo de preocuparme por ello. Luego regresó y se disculpó. Me explicó que se sentía fatal porque yo quería -o al menos así escribía y daba la impresión- a alguien más.
Creí que estaríamos bien. Se disculpó por presionarme y acorralarme y chalalá.
Pero la situación siguió dándose.
Me hablaba a todas horas, de alguna manera me sentía como si me estuviese tratando como un premio que debía ganarse o algo. Me sentía asfixiada. Me sentía sin salida. Tenía miedo cada vez que llegaba una alarma a mi celular porque temía que fuese él.
Nunca fue cruel conmigo y sin embargo tampoco se mostró respetuoso. Decía que no esperaba nada de mí, que sólo quería que fuese yo pero su comportamiento daba a notar otra cosa. Su desesperación por ser correspondido era cada vez más agresiva. Y yo seguía sin querer lastimarlo o decirle algo que pudiera entristecerlo.
Poco después me volvió a bloquear alv.
Esta vez me encabroné tanto que deseé que ojalá no regresara. O que sí regresara para ponerle una buena regañiza y después de tres días en los que estuve apretando los dientes, pensando en la bola de disparates que estaba dispuesta a dispararle a la cara, regresó.
Volvió a disculparse y otra vez regresó su ansiedad. Hablamos sobre muchas cosas y al final pensé que estaríamos bien.
Pero no estábamos bien.
Siendo sincera, afectó de manera negativa en mi seguridad como persona. ¿Qué me aseguraba que el día de mañana no cambiara de opinión y se fuera? Lo peor es que esas dos veces que se fue ni siquiera me dijo porqué. Simplemente se fue, así, sin más, porque le cantó del culo dejarme atrás haciéndome miles de ideas -la mayoría negativas entorno a mí misma-. Fue egoísta, deshonesto y cobarde.
Se disculpó y yo lo perdoné.
¿Lo iba a olvidar?
Oh, hell no.
Pensé que podría dejarlo atrás y seguir con esto pero no podía. Me daba miedo que lo volviera a hacer. Me daba miedo que alguien cercano a mí lo hiciera. Cuando se lo conté a Diego, incluso él me dijo que ya dejara de hablarle. En el momento me negué porque creí que tenía más cosas buenas que malas, Aldo y mi relación con él, y al final resultó que no.
Me sentía tan mal. Quise terminar con él y no supe cómo, así que un día mientras le contaba mis penas a mi amiguito José, él se ofreció a ayudarme. Él hablaría con Aldo para que todo se acabara por la paz.
La moraleja de este triste cuento es que: Aldo estaba tan ansioso de que yo le correspondiera que no supo leer mis señales. No supo escuchar lo que decía. No quiso entenderme cuando fui clara.
Y él perdió.
Y yo también perdí.
Así que espero que la próxima vez que se encuentre con una chica que le interese, sepa respetar ese espacio y sepa escuchar. No debe ser tan difícil. No es No. Sé paciente es sé paciente.
Creo que terminamos mal. Al menos yo sí me sentí mal. Con el paso de los días sentí alivio. Una soledad que ya había saboreado con anterioridad, pero alivio al fin y al cabo.
Ojalá hubiésemos tenido un final feliz pero no fue el caso.
Aprendan de esta historia para que ustedes tampoco tengan su "y no vivieron felices para siempre".
Gracias por leerme.
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