sábado, 25 de febrero de 2017

Ale y Yo

Nota 1:
Falté a la cita del viernes con ustedes, amables lectores, porque salí de la ciudad. Recién acabo de regresar y aunque no estoy en mis facultades totales para escribir, no quiero dejar pasar ni un segundo más sin contarles de algo bien padre.

Gracias por su compresiva paciencia.






Ale no es una persona particularmente parlanchina, por el contrario, es bastante introvertida. Suele dar el beneficio de la duda a las personas antes de predisponerse a prejuicios y comentarios dudosos. Tiene una atención bastante selectiva, sólo ella sabe pintar esa sonrisa burlona en sus labios, y en mis años de conocerla jamás la he visto asustada.

Ale no habla de sus problemas a menos que te tenga mucha confianza e incluso aún así has de dispararle un par de preguntas acordes al tema para que ella pueda hablar y soltarse. Ale es de las pocas personas que sabe estar sola e incluso cuando pasa gran parte del día leyendo novelas antiquísimas -es neta, ella me ha introducido a varios clásicos como Ana Karenina y Orgullo & Prejuicio-, rebloggeando en tumblr o escuchando música, incluso cuando a veces su sonrisa puede resultar tramposa y su voz inquebrantable, Ale también se siente triste, muy triste.

Ale tiene una mente brillante, fácil es de las cinco personas más inteligentes que he conocido en mi vida -y vaya que yo me rodeo de puro genio UuUr-, Ale es abierta a muchísimas cosas y tiene un espíritu indomable y ávido de aprendizaje. A veces da la impresión de que su vida no tiene rumbo, tatuándose planetas en los antebrazos, poniéndose piercings en la nariz, cambiando de carrera cada semestre, viajando de aquí y allá, embriagándose al primer antojo, explorando el mundo que se nos ha prestado, Ale al menos es honesta.
La verdad es que yo no conozco a alguien de nuestra edad que sepa muy bien lo que esté haciendo. Yo por momentos me siento un fraude, me siento inútil y tengo mucho miedo. Ale es transparente. Ale no da impresiones erróneas.

Pero Ale también es difícil de descifrar.



El primer recuerdo que tengo de Ale fue cuando nos conocimos en la preparatoria. Ella no llegó al curso introductorio, por lo que en el primer día oficial, no conocía a nadie. Durante el recreo yo la había visto sentada, sola y de repente ella  se había levantado, caminaba hacia mí y mi grupo de amigas y se presentó con formalidad. Extendió su mano, me la estrechó y me dijo: "Hola, soy Alejandra, mucho gusto".
Yo me quedé entre sorprendida y divertida. Me dieron muchas ganas de reírme. Nadie hacía eso. NADIE y menos en la prepa. Pero ella lo hizo. Tras haber correspondido a su saludo, ella tomó asiento junto a mí y entonces yo me dediqué a hacerle plática.
Vaya que era extraña. Respondía una pregunta que le hacía y luego se quedaba callada. Me incomodó al principio. No quería que nos quedáramos en silencio porque luego todo se haría raro y pues yo no estaba en condiciones de rechazar amistades, así que seguí haciéndole preguntas o contándole de mi vida. Cuando dieron el toque para regresar a clases, ella y yo subimos al salón y me di cuenta de que se sentaba hasta adelante. Le pregunté que si no quería sentarse mejor hasta atrás, conmigo. Ella aceptó.

Creo que desde ese momento algo hubo ahí. No sé si ella lo sintió también, pero estoy segura que fue como si algo cayera en su lugar. Extraño. Nunca me había pasado.

A partir de ese momento, creo yo, ella y yo nos volvimos muy buenas amigas.

Casi siempre estábamos juntas en las clases, el recreo, los talleres y los deportes. Platicábamos por montones, o más bien, ella me escuchaba parlotear de mis planes de ser escritora, de las novelas que estaba escribiendo por el momento y de otras cosas.

Ale, además de tener un montón de cualidades para ella misma, también las tiene para los demás.
Ha sido y es todavía muy compasiva conmigo, me tiene mucha paciencia y nunca me juzga por la mierda idiota que luego hago. Ale no es egoísta, aunque a veces me gustaría que lo fuera por su propio bien, es noble y no suele herir a los demás porque sí, porque alguien lo merece, porque la hicieron enojar. Escribo "no suele" porque es también humana.

Ale no es perfecta, pero incluso con sus bordes más oscuros y filosos sigue siendo una de las personas más bellas que yo haya visto en mi vida.


Ale es triste, es solitaria. Necesita ayuda pero no la pedirá.  A veces es descuidada, olvidadiza, es torpe. Tiene mal tino para elegir de quién enamorarse Y LO DIGO YO, eso es mucho decir. También tiene poco poder de decisión para marcharse cuando así lo amerita la situación. Ale no abandona a nadie, incluso cuando debería hacerlo por sentido común.


Ale es de las pocas, poquísimas, personas que no me hacen sentir sola. Cuando estoy con ella me siento normal, me siento validada, siento que pertenezco a un lado.





Ale y yo compartimos mucho; no en cuestiones de gustos o preferencias, aunque incluso en eso somos bastante compatibles, pero sí en tópico emocional, personal, interno.
Ale es una parte de mi alma, una parte de mí que yo decidí entregarle. Veo reflejos de mí en ella, veo cualidades que yo no tengo y veo defectos que me hacen querer mejorar.


Ya sé que no soy la mejor amiga que alguien pueda tener, ni la persona que más ama Ale, pero el amor que mi corazón, mi alma y todo lo que soy siente por ella es real, es incondicional y es eterno.

Hubo un tiempo en el que idealicé bastante nuestra relación, no hubo muchos disturbios por eso, pero cómo me dio ansiedad la revuelta de pensamientos y sentimientos que se apoderaban de mí al temer que quizás no era correspondida o que quizás me estuviese equivocando de persona en quién depositar mi confianza.
En estos últimos años he estado acercándome más, quité ese velo de amor platónico que me cegaba y decidí inspeccionar mi relación con ella.

No es perfecta. Ni ella, ni nuestra amistad, lo que compartimos, lo que ignoramos de la otra, lo que preferimos mantener a distancia.
Ella no es perfecta. Tiene sus altibajos, tiene sus defectos, tiene sus incongruencias, tiene sus diferencias.
Yo no soy la mejor para ella -o para alguien, tbh-, no soy su número uno en su lista.

Pero de algo estoy segura:

Lo que ella y yo compartimos es algo que no se puede romper, porque de alguna manera nos vamos a encontrar una y otra vez, en estos años, en nuestras infancias, en las siguientes vidas o en otros planos existenciales.

Estoy agradecida con la vida, con Diosito, con Buda y con ella por permitirme coincidir en estos tiempos con su preciosa alma.



Criaturas como ella no hay. Sólo es ella.






No hay comentarios:

Publicar un comentario