Una vez leí por ahí que "la venganza es un plato que se sirve frío". Por aquellos tiempos no le había entendido. ¿Por qué la venganza debía ser fría? Supuse que la naturaleza de los sentimientos que nos llevan a actuar de manera vengativa siempre son ardientes, impulsivos. Nos queman. ¿Por qué entonces nuestras acciones debían ser frías?
Siendo sincera, nunca he sido alguien que guarde rencor o que busque justicia por mi propia mano. O sea, sí me encabronaba las cosas que luego me hacían a mí o a mis seres queridos pero nunca había pasado de ahí. Al cabo de un tiempo todo eso malo se iba como en un suspiro y yo podía seguir con mi vida. Mucha gente aseguraba que era por mi "carácter templado" y otros porque "era mejor persona".
Yo lo atribuyo más como a la ansiedad y a veces hasta la misma flojera de llevar a cabo todo. El ardor de la ira no solía existir mucho tiempo dentro de mí.
Lo redacté bien. "No solía". La ira consume mucha energía tanto física como emocional y mental. El odio es peor.
Con el paso del tiempo mi elasticidad y paciencia crecieron a pasos agigantados pero también ese umbral donde vivía la flama de la furia cobraba fuerza. Mi paciencia y mi tolerancia eran más fuertes, igual que mi enojo. Y hago énfasis en que el enojo y el odio son cosas muy diferentes. Mientras que el enojo es una reacción muy humana y hasta cierto punto necesaria, el odio es un residuo que muchas personas usan para llenar sus vacíos. Triste y trágico que se dejen conducir por un odio ciego.
Por mi parte, mi odio lo reservo para la persona que más me importa en el mundo: Yo misma. Y sólo está destinado para mí.
Pero sería mentirles si les digo que no me enojo con todo el mundo y en más de alguna ocasión me he planteado la posibilidad de prenderle fuego a todo y sólo verlo arder.
Por supuesto. Iba a decir "sólo soy humana", pero no, eso también sería mentir. No sólo soy humana, pero sí voy a decir que la sangre en mis venas es caliente y con la chispa de la medida junta yo exploto, y no lo lamento en absoluto.
¿Me enorgullece ser tan dramática y tan impulsiva y tan explosiva y tan chalalá chalalá chalalá?
No.
¿Voy a dejar de serlo sólo porque en mis momentos de lucidez me avergüenzo de ello?
Lol, no.
Pero no es como una amenaza. Vuelvo a repetir, no soy una persona que guste de guardar amargura ajena. En realidad no me gusta meterme en problemas ni mucho menos causarlos, pero conforme crecía y yo me dedicaba a ser yo, veía que la gente tomaba mi gentileza como signo de debilidad y sumisión. Creían que yo por ser educada tendría que obedecerlos, bajar la cabeza, aguantar malos tratos. Creían que no tenía carácter, -todavía hay pobres ingenuos que así me ven-, creían que no tenía fuerza de voluntad.
Y pues, lol, porque de entre todo lo rara que puedo parecerle a las personas, hay una cosa que puede sobresalir y puede resultar súper polémico: La gente ante mis ojos puede perder su cualidad de ser humano y yo puedo tratarte menos que eso.
De veras que no considero al cuerpo como una señal de humanidad.
Pero en fin. No voy a pasar el resto del post describiendo cómo incluso cuando creo que soy buena persona y bastante gentil y desinteresada también no tengo misericordia. Las cosas no fueron así y yo fui aprendiendo y creciendo.
La venganza es un plato que se sirve frío porque para llevarlo a cabo necesitas estar calmada, en un buen lugar, con la cabeza templada, los sentimientos domados y el corazón frío. Y entonces sale como un perfecto pastel de frutas, dulce y bonito por fuera, tan frío que te duelen los dientes por dentro.
Y yo no voy por ahí vengándome de aquella fulana que me "barrió" con los ojos ni de aquél tipo que chocó su hombro contra mí mientras caminábamos. Vamos, hasta para eso hay que saber "elegir guerras" y para mí el elegir guerras es simplemente el responder.
No me gusta iniciar peleas, pero no tengo ningún problema en acabarlas.
Las cosas funcionan así, entonces: Todos vivimos en paz, todos somos pacientes y tolerantes y nos queremos <3
Y si alguien se atreve a perturbar esa dinámica termina como esos finales en los relatos de Edgar Allan Poe... ¿Así? Así.
Porque yo no creo en el karma, porque yo no creo en la bondad a través de latigazos ni el volverme mártir, porque yo no merezco eso.
Porque Diosito me dio dos brazos y me dio dos piernas. Porque me dio un corazón más grande de lo que debía y porque por mi cuerpo corre sangre caliente. Porque me dio un cerebro y me dio una intención en este mundo.
Por eso hago lo que hago y por eso actúo como actúo. Y por eso la gente me puede tachar de problemática o de sensiblona. Que "no aguanto nada", que "todo me lo tomo muy en serio". Pues sí, sí me lo tomo muy en serio y si lastimaste a alguien a quién quiero entonces date por arruinado, devastado.
No siento ningún tipo de remordimiento porque sé que lo que hago está bien. No inicio peleas ni lanzo cuchillos a las yugulares de los demás a la menor provocación. No.
Tampoco me quedo callada cuando alguien intenta tomarme a la fuerza o cuando alguien quiere usarme de tapete. Me rehúso a ser partícipe en ese ciclo de violencia sin fin, y sin embargo, soy maestra, me veo en la necesidad de educar a los demás y muchas veces mis métodos son poco ortodoxos y hasta "agresivos".
No me las doy de malota, en realidad esto de la venganza no consume gran parte de mi tiempo pero cuando así es necesario me tomo mis momentos del día para pensar en mi siguiente movimiento. Hay gente que quiere moverme como pieza en tablero de ajedrez, como la directora de la primaria donde actualmente trabajo.
Y me niego a sucumbir ante su fascismo, por lo que hice lo que tuve que hacer.
Mire lo que me hizo hacer.
El sentido del karma, creo yo, funciona hasta cuando te mueres. Mientras tanto, la vida no es justa ni se molesta en servir justicia. Yo creo en el derecho y obligación de ser vigilante, ¿qué tanto de pecado hay en eso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario