sábado, 25 de noviembre de 2017

Renuncio

Aquí es cuando ustedes preguntan, todos preocupados y con tonos un par de octavas más altas, "¿POR QUÉ? ¿A QUÉ ESTÁS RENUNCIANDO?"

Y aquí es cuando yo bajo la cabeza, miro hacia el suelo y me encojo de hombros. "A todo", diré, esperando a que me regañen o algún tipo de expresión contrariada.

Ustedes me mirarán como quién mira a un marginado: sentirán lástima, porque ese es el primer instinto del ser humano cuando vemos a alguien en situaciones trágicas y no conocemos la historia. Querrán ayudarme y algunos de ustedes se atreverán a decirme necias frases como "todo va a mejorar", "no es una mala vida, es sólo un mal día", "eres muy joven para pensar así...", algunos sólo se limitarán a preguntarme cosas obvias, otros sólo me mirarán y me abrazarán.

El efecto es el mismo.

Siento asco de mí misma, siento asco de mi vida, siento asco del mundo donde vivo. Y voy a renunciar a ellos no importa lo que digan.

Yo voy a esperar a que alguno de ustedes diga algo que me guste lo suficiente como para cambiar de opinión. Créanmelo, estoy desesperada porque alguien me cambie de idea. 
No va a ser así, porque soy terca como la puta madre y porque estoy enferma mentalmente y no estoy diagnosticada en absoluto.



Podría seguirles contando cómo sería esta historia si estuviésemos frente a frente y yo me encontrara en el estado en el que me encontraba hace apenas cinco horas. Entre la desesperación, el frío extraño y el dolor muscular de las piernas por haber caminado como tonta por el centro de mi ciudad esperando a que la incomodidad dentro de mí se calmara un chingo, mi cabeza daba vueltas.

Renuncio, de eso estoy segura. Voy a renunciar, estoy renunciando en el momento en que así lo decidí.

¿Pero a qué en específico?




Hay tantas cosas, a veces siento que me ahogo. 

Sacar la cabeza a la superficie es lo que intento hacer, pero ¿Y QUÉ SI VEO ALGO HORRIBLE ALLÁ AFUERA? OMG, ¿SE IMAGINAN? TANTO TRABAJO PARA NADA.
Y estoy en medio de la nada. O nado y salgo a la superficie para enfrentarme a la horrible vida o me quedo quieta, aguanto la respiración tanto como pueda y termino ahogándome alv.

Decisiones, decisiones, nunca he sido buena tomando decisiones.


Estoy tan cansada, de verdad. Siento que tengo el peso del mundo en mis hombros y yo ni siquiera pedí que lo pusieran ahí, ni siquiera recuerdo cómo es que llegó ahí.
Necesito ayuda, lmao.

Por ahora, lo que puedo decir es lo siguiente:

Renuncio. A todo.

Renuncio a tener un mal trabajo.
Renuncio a tener malos amigos
Renuncio a tener malas relaciones
Renuncio a tener miedo de decepcionar a los demás
Renuncio a tener que vivir una vida que no es mía mientras consigo un escalón para vivir 
Renuncio a tener que seguir creyendo que si cierro los ojos y me quedo dormida la vida va a mejorar.



Renuncio a todo ya, alv.

Córranme de mi trabajo, córranme de la vida, córranme de sus existencias, amigos. Ya terminé.
Renuncio.




domingo, 19 de noviembre de 2017

Viviendo con Fany

Tengo miedo de escribir esto porque siempre que escribo de alguien en mi blog termina todo el asunto en la coladera. Así que ha sido con todos: con Ingrid, con Diego, con Aldo, con Karla, con cada nombre que ha desfilado por aquí todo termina MAL, MUY MAL, así que ya no sé si lo malo y el declive en mis relaciones personales se deben a mis pobres decisiones o  porque decido inmortalizarlos a través de letras en el internet. Ño sé. Pero también tengo muchas ganas de escribirles sobre mi experiencia con Fany, así que hice lo que cualquier persona cuerda haría: Le comenté que quería escribir de ella pero que corro el peligro de que termine odiándome o yo odiarla a ella luego de este post.

¿Vale la pena el riesgo?
Perder mi amistad con ella no va a valer absolutamente la pena, por nada del mundo lo haría. Pero voy a confiar en que, quizás contrario a lo que sucedió con Aldo y Karla, mi relación con ella no se verá perjudicada y arruinada por siempre.

Fany, tú mereces que yo te inmortalice.



El inicio de esta historia es como todo en la literatura: Una sucesión de "casualidades" que fueron forjaron una amistad. 
Yo conocí a Fany el primer día del curso introductorio de la carrera. Me senté junto a ella y durante una dinámica, me emparejaron con ella y empezamos a platicar. Al principio no había nada en ella que me llamara la atención.  Su cabello lacio muy bonito, blusa de los muppets amarilla y su ignorancia sobre Harry Potter no me impresionaron en lo absoluto, lo cual no decía mucho. Mis amistades son amistades mías porque algo en ellas me llama la atención, encienden luces dentro de mí. Y ella podía ser tan irrelevante como cualquier otra persona en la habitación, probablemente en la escuela entera.

Luego de esa dinámica y viendo que todos éramos nuevos y no conocíamos a nadie -bueno, yo sí conocía a mi amigo Chuy de la prepa-, ella y yo empezamos a platicar. Quizás porque no queríamos estar solas en un lugar así, o porque la conversación fluía con naturalidad, pero estuvimos juntas ese día. Y al día siguiente, y luego de esos también. 
Descubrimos que teníamos poco en común, al menos yo me di cuenta de eso, pero me calmé un chingo al respecto porque no es como que yo sea de gustos generales o que me guste juntarme con gente igual a mí.

Me cayó bien, supongo. Y nuestra amistad, como ya mencioné antes, se fue forjando a través de situaciones random, "casualidades" de la vida como algunos les llaman.
Nunca dejé de ser su amiga, ni siquiera cuando Karla y yo nos volvimos súper amigas íntimas y chalalá. Ella no dejó de ser mi amiga.

Pasábamos el día riéndonos de nuestros compañeros, de nuestros maestros, de todo alrededor, allá, sentadas en un rincón del salón con otras tres amigas en común. Poco a poco fui conociéndola mejor y me dejó una buena impresión: Fany era una persona muy bonita, pero también súper inteligente y con sentido del humor bastante filoso. 

Pero incluso aunque me impresionaba, también me intimidaba lo muy diferente que ella y yo somos: Ella es de conciertos, viajar, tener muchos amigos, tomar cerveza, salir de noche, tomar buenas fotos, tatuajes y buena ropa.
Yo soy de leer hasta que me duelen los ojos, y escribir hasta ponerme a llorar, ver series, salir sólo cuando mi paranoia me hace hablarle a los muebles, tomar en solitario y tomarme selfies con features de animalitos porque tengo doce años claramente.

Ella es tan madura, tan acorde a su edad, tan centrada, tan con los pies en la tierra. Y yo estoy loca y triste y soy muy rara.

Sinceramente, durante esos tres años de carrera escolarizada pensé que nuestra amistad no llegaría lejos. "somos muy diferentes", pensaba, "tengo más intimidad emocional con Karla", me decía a mí misma, "ella no me va a entender, se va a cansar de mí", en días malos esa idea me atormentaba. Yo estaba lista para cerrar el círculo en cualquier momento en que ella diera pauta para ello. "tengo más amigas", me consolaba cuando no nos veía futuro.

Y es que, lo cierto es que yo quiero mucho a Fany. En toda la carrera me sentí menos sola gracias a que ella contribuyó con su compañía. Pero las diferencias pesan, lo sé, me he tenido que despedir de buenas personas porque mi carácter y así como soy es algo complicado de soportar, de sobrellevar. 



Ella y yo nunca hicimos planes de nada. Cuando hicimos los trámites para tratar de conseguir una plaza del gobierno, ella y yo lo hicimos a la par. Viajamos al mismo lugar el mismo día a entregar papeles, nos inscribimos el mismo día, hicimos el examen en el mismo lugar, ella estaba sentada justo detrás de mí.
Ella fue la única amiga de la carrera que me acompañó en mi examen recepcional, y a diferencia de los demás en el grupo, ella nunca me pidió explicaciones de nada.



¿Y aún así tenía dudas? 
Aún así, sí, las tenía, pero como resulta obvio, nunca le dije nada.



Y así como es la vida, en los resultados del examen ella quedó casi la mitad de lugares más aventajada que yo. No había manera de que nos volviésemos a ver, casi apostaba mi trasero en eso. Y así como es la vida, nos arrojó a las dos a un municipio que más que municipio parece comunidad alv y me da claustrofobia de sólo pensar en ese lugar, y nos arrojó al mismo edificio, al mismo cuarto.


Fany y yo llevamos viviendo juntas alrededor de tres meses y medio y he aprendido un montón de ella y sobre todo, me he dado cuenta de muchísimas cosas:

1.- Que las diferencias no importan cuando quieres a alguien. Sé que en algún momento a Fany le turbo cargaaaaa alv que yo sea como soy, lo sé, yo paso casi todo el día harta de mí misma, pero no por eso ella ha renunciado a mí. Vean cómo es esto: Karla y yo éramos como una y Fany y yo somos como agua y aceite y vean qué amistad sobrevivió :p (que igual dudo mucho que alguna amistad hubiera soportado lo que soportamos Karla y yo el tiempo que lo hicimos BUT STILL ANYWAY)

2.-Que no debo tomarme la vida tan en serio. Algo que aprendí de Fany y que hasta el día de hoy le agradezco en silencio es que me enseñó a reírme de mi vida, a no tomármela tan en serio -porque igual me voy a morir y lo que haya vivido habrá valido bersh-, a reírme, a dejarla fluir. Dentro de mi problema de ansiedad y altibajos emocionales eso me ha ayudado muchísimo: A repensar cómo veo la vida, a redefinir cómo estoy viviendo. Que vivo por mí y para mí.





No importa qué tan diferente ella pueda ser de mí, yo veo aún cosas de mí en ella. Me reflejo un poco y estoy segura que ella se refleja también en mí.

No tengo problemas en hacer amigos, novixs, realmente, pero sí en mantener mis relaciones porque luego de un tiempo me entra el pánico o la ansiedad o la depresión y me aíslo totalmente. De todas las veces que eso me ha pasado, agradezco infinitamente que Fany jamás me haya exigido algo. Ella no me ha demandado explicaciones, ella no me ha demandado cambiar lo que soy.

Por eso también me di cuenta de que es súper inteligente. Ha sabido descifrarme en mis silencios, en mis cambios de humor, en mis pesadillas, en mis palabras, en mis acciones, hasta en mi tono de voz.

No hace preguntas innecesarias, invasivas o morbosas.
No me mira con lástima ni con recelo.
No me grita de cosas cuando le fallo.
No me hace sentir mal conmigo misma por mis defectos -que son un montón, lol-


No se exaspera cuando le digo que salgamos y en la noche cambio de opinión y prefiero quedarme a poner mala cara mientras miento madres en twitter.
No se enoja cuando le digo hasta el cansancio "los hetero son raros", aún sabiendo que ella es hetero y puedo estar burlándome de ella.


Es paciente, muy paciente conmigo y compasiva también, porque créanlo o no, sé que soy turbo genial y muy artística pero también estoy consciente de lo complejo que es co-existir conmigo. Le agradezco mucho el que no me deje morir de hambre -es súper buena cocinera, estaría celosa de ella si no fuera porque me comparte de su súper poder-. Le agradezco que me acompañe en silencio, le agradezco que no me haga preguntas incómodas. Le agradezco que se preocupe por mi bienestar. Le agradezco que esté ahí para mí, incluso cuando yo no quiero estar para nadie.


Fany es un alma única. Es resiliente, es inteligente, es bellísima, es compasiva y tolerante. Sé que luego de la muerte de su madre ella se siente destruida por dentro, pero ni siquiera eso le quita lo que es ella. Y eso a mí me da mucha fuerza. De alguna manera, he aprendido a ser más valiente y más fuerte con sólo compartir un tiempo con ella.




Quisiera poder decir que ahora tengo la seguridad de que vamos a ser amigas por siempre. Lo que he aprendido en mis veintidós años es que nada es para siempre y la vida es culera y todo cambia en un abrir y cerrar de ojos.

De lo que sí tengo seguridad es que gracias a ella ya no seré lo que era. Soy mejor gracias a ella.




Gracias, muchas gracias, Fany, por compartir lo mejor de ti, gracias por no avergonzarme por lo peor en mí. Pero sobre todo, gracias por dejarme crecer contigo. 

Te quiero mil millones, de aquí hasta que todos se mueran alv.
Tienes a una buena amiga en mí por el resto de la existencia, no importa que yo me haga súper rica escribiendo libros el siguiente año, no importa que me suicide a los veintiséis años, no importa que un día te hartes de mí y me odies y te vayas.
Aquí voy a estar.



<3



sábado, 11 de noviembre de 2017

Mira lo que me hiciste hacer

Taylor Swift, por fa, no me demandes lol.


Una vez leí por ahí que "la venganza es un plato que se sirve frío". Por aquellos tiempos no le había entendido. ¿Por qué la venganza debía ser fría? Supuse que la naturaleza de los sentimientos que nos llevan a actuar de manera vengativa siempre son ardientes, impulsivos. Nos queman. ¿Por qué entonces nuestras acciones debían ser frías?

Siendo sincera, nunca he sido alguien que guarde rencor o que busque justicia por mi propia mano. O sea, sí me encabronaba las cosas que luego me hacían a mí o a mis seres queridos pero nunca había pasado de ahí. Al cabo de un tiempo todo eso malo se iba como en un suspiro y yo podía seguir con mi vida. Mucha gente aseguraba que era por mi "carácter templado" y otros porque "era mejor persona".
Yo lo atribuyo más como a la ansiedad y a veces hasta la misma flojera de llevar a cabo todo. El ardor de la ira no solía existir mucho tiempo dentro de mí.



Lo redacté bien. "No solía". La ira consume mucha energía tanto física como emocional y mental. El odio es peor.

Con el paso del tiempo mi elasticidad y paciencia crecieron a pasos agigantados pero también ese umbral donde vivía la flama de la furia  cobraba fuerza. Mi paciencia y mi tolerancia eran más fuertes, igual que mi enojo. Y hago énfasis en que el enojo y el odio son cosas muy diferentes. Mientras que el enojo es una reacción muy humana y hasta cierto punto necesaria, el odio es un residuo que muchas personas usan para llenar sus vacíos. Triste y trágico que se dejen conducir por un odio ciego.

Por mi parte, mi odio lo reservo para la persona que más me importa en el mundo: Yo misma. Y sólo está destinado para mí.
Pero sería mentirles si les digo que no me enojo con todo el mundo y en más de alguna ocasión me he planteado la posibilidad de prenderle fuego a todo y sólo verlo arder.
Por supuesto. Iba a decir "sólo soy humana", pero no, eso también sería mentir. No sólo soy humana, pero sí voy a decir que la sangre en mis venas es caliente y con la chispa de la medida junta yo exploto, y no lo lamento en absoluto.


¿Me enorgullece ser tan dramática y tan impulsiva y tan explosiva y tan chalalá chalalá chalalá?
No.
¿Voy a dejar de serlo sólo porque en mis momentos de lucidez me avergüenzo de ello?
Lol, no.

Pero no es como una amenaza. Vuelvo a repetir, no soy una persona que guste de guardar amargura ajena. En realidad no me gusta meterme en problemas ni mucho menos causarlos, pero conforme crecía y yo me dedicaba a ser yo, veía que la gente tomaba mi gentileza como signo de debilidad y sumisión. Creían que yo por ser educada tendría que obedecerlos, bajar la cabeza, aguantar malos tratos. Creían que no tenía carácter, -todavía hay pobres ingenuos que así me ven-, creían que no tenía fuerza de voluntad.

Y pues, lol, porque de entre todo lo rara que puedo parecerle a las personas, hay una cosa que puede sobresalir y puede resultar súper polémico: La gente ante mis ojos puede perder su cualidad de ser humano y yo puedo tratarte menos que eso.
De veras que no considero al cuerpo como una señal de humanidad.



Pero en fin. No voy a pasar el resto del post describiendo cómo incluso cuando creo que soy buena persona y bastante gentil y desinteresada también no tengo misericordia. Las cosas no fueron así y yo fui aprendiendo y creciendo.

La venganza es un plato que se sirve frío porque para llevarlo a cabo necesitas estar calmada, en un buen lugar, con la cabeza templada, los sentimientos domados y el corazón frío. Y entonces sale como un perfecto pastel de frutas, dulce y bonito por fuera, tan frío que te duelen los dientes por dentro.

Y yo no voy por ahí vengándome de aquella fulana que me "barrió" con los ojos ni de aquél tipo que chocó su hombro contra mí mientras caminábamos. Vamos, hasta para eso hay que saber "elegir guerras" y para mí el elegir guerras es simplemente el responder. 

No me gusta iniciar peleas, pero no tengo ningún problema en acabarlas.


Las cosas funcionan así, entonces: Todos vivimos en paz, todos somos pacientes y tolerantes y nos queremos <3
Y si alguien se atreve a perturbar esa dinámica termina como esos finales en los relatos de Edgar Allan Poe... ¿Así? Así.
Porque yo no creo en el karma, porque yo no creo en la bondad a través de latigazos ni el volverme mártir, porque yo no merezco eso.
Porque Diosito me dio dos brazos y me dio dos piernas. Porque me dio un corazón más grande de lo que debía y porque por mi cuerpo corre sangre caliente. Porque me dio un cerebro y me dio una intención en este mundo.



Por eso hago lo que hago y por eso actúo como actúo. Y por eso la gente me puede tachar de problemática o de sensiblona. Que "no aguanto nada", que "todo me lo tomo muy en serio". Pues sí, sí me lo tomo muy en serio y si lastimaste a alguien a quién quiero entonces date por arruinado, devastado.

No siento ningún tipo de remordimiento porque sé que lo que hago está bien. No inicio peleas ni lanzo cuchillos a las yugulares de los demás a la menor provocación. No. 
Tampoco me quedo callada cuando alguien intenta tomarme a la fuerza o cuando alguien quiere usarme de tapete. Me rehúso a ser partícipe en ese ciclo de violencia sin fin, y sin embargo, soy maestra, me veo en la necesidad de educar a los demás y muchas veces mis métodos son poco ortodoxos y hasta "agresivos".

No me las doy de malota, en realidad esto de la venganza no consume gran parte de mi tiempo pero cuando así es necesario me tomo mis momentos del día para pensar en mi siguiente movimiento. Hay gente que quiere moverme como pieza en tablero de ajedrez, como la directora de la primaria donde actualmente trabajo.

Y me niego a sucumbir ante su fascismo, por lo que hice lo que tuve que hacer.

Mire lo que me hizo hacer.





El sentido del karma, creo yo, funciona hasta cuando te mueres. Mientras tanto, la vida no es justa ni se molesta en servir justicia. Yo creo en el derecho y obligación de ser vigilante, ¿qué tanto de pecado hay en eso?



sábado, 4 de noviembre de 2017

Los que ya se fueron

No escribí hace una semana porque tuve la genial idea de inscribirme a una carrera de siete kilómetros a las ocho de la noche y pues... rip me. Sobreviví pero mi cuerpo parecía como que moría. Al final sí me sobrepuse con algunas dolencias en lugares que no se suponía que debían doler pero :)

Acaba de pasar jalogüin y día de muertos. En vez de ilustrarlos con detalles escabrosos de cómo viví esas dos fiestas, quisiera mejor en su lugar hablarles de otra cosa que creo importante. No sólo porque esta última semana me resultó sumamente difícil -viví otro episodio de tristeza psicótica e irracional- y además me pasaron cosas culeras que podrían justificar mi depresión, pero no quiero hablarles de eso porque creo que mientras más lo reprimo mejor me siento QUE YA SÉ QUE NO ES UN MECANISMO DE DEFENSA SALUDABLE PERo es lo que hay, so ni modo.

Bueno, pero igual el tema de hoy es medio triste. Ayer fui a ver Coco y lloré como la gran ñoña mega sensible que soy, incluso cuando intenté luchar contra las lágrimas, ahí estaba la prueba irrefutable de que mi carácter es una chingadera. Pero bueno.

Y es que en la película se tocan temas que me resultan sensibles y complejos, frágiles, todavía me siento vulnerada por lo que he tenido que pasar estos últimos años. ¿Crecer es así?, siempre me pregunto. ¿Despedirse de las personas? Y eso cuando eres privilegiado y puedes darte ese lujo, a veces las personas se van de la nada y creo yo que eso es mucho más culerísimo.



No voy a abrir la llave de la tristeza y les escribiré largo y tendido sobre mis reflexiones de la muerte de nuestros seres queridos. Oigan, no. Si fuera cualquier otra persona tal vez podría pero mi corazón es muy frágil ante esa cuestión y aunque según yo me hago la fuerte, me desmorono con una facilidad que pareciera ser que estoy hecha de mazapán.

No quiero entristecerlos, porque siempre que toco estos temas es como si pintara todo de color azul melancólico. Es sábado y es muy temprano, así que no es mi pretensión lastimarlos en sus sentimientos.


El día siguiente de que te fuiste sentía un hueco. No en mi estómago, ni dentro de mi cuerpo. Sentía un hueco, pero en el aire, en el mundo, en mi vida. Sabía que el sol estaba allá arriba iluminándonos y todo eso. Sabía que el viento corría por los pasillos, frío y silbante. Sabía que las personas fuera del velorio estaban haciendo sus vidas, completamente ajenas a lo que sucedía. Sabía que el mundo seguía rotando, seguía girando y que todo estaba en su lugar y por alguna extraña razón yo me sentía súper incómoda.

Me dije a mí misma que era el duelo, que quizás dentro de un tiempo pasaría y todo regresaría a su cause, otra vez podría ver al mundo como alguna vez lo vi.  Han pasado casi tres años desde que te fuiste y yo sigo con este vacío en la existencia, no puedo volver a lo que era, el mundo no es igual. No siento mi lugar aquí en absoluto cómodo, tranquilo, pacífico. No me siento bien... 

pero estoy bien. ¿Tiene sentido?



No me siento lo suficientemente triste como para quedarme devastada en mi cama y ver el techo por horas. No me siento lo suficientemente bien como para salir al mundo a luchar como una prra mala como yo debe salir a luchar. Me siento como a la mitad. Con los pedazos de lo que se rompió cuando te fuiste cargo cada día y con cada paso que doy me hiero en las profundidades, los pedazos de mi corazón se clavan en mis pulmones, chocan contra otros órganos, me arañan las venas, me envenenan la sangre. Me duele, me duele mucho.

Pero no lo suficiente como para morir, incluso cuando el dolor es agonizante sé que al día siguiente me voy a levantar, y voy a mover las piernas y voy a abrir la boca y voy a sentir hambre y voy a bañarme y voy a seguir "viviendo".
Pero duele.

Más que dolor, es también incomodidad. Es sentir el vacío aún cuando tienes los brazos llenos. No sé cómo explicarlo, porque a veces ni siquiera yo sé qué me está pasando. Por momentos me calmo un chingo a mí misma y me digo que todos nos vamos a morir, que para allá también voy, que no estamos destinados a quedarnos aquí... y a veces me la creo y me hace sentir un poquito mejor, un poquito más a la que era yo.

A veces no pasa y la desesperación que se acumula en mi interior sale a caudales de palabras necias y tristes y deseos de no sentir nada, de ya no estar consciente.



Y, omg, ya sé que es muy egoísta pensar en el suicidio cuando me siento así, cuando sé que no soy la única que sufre desde que te fuiste y cuando sé que también habría gente que se sentiría muy triste si me muero mañana. 
Pero no puedo evitar pensar así ni sentir así.


Sé que no es muy útil ni nada por el estilo. También sé que a ti no te gustaría verme así, derrotada y devastada comiendo galletas y dejando migajas por toda mi cama. Lo sé, lo sé, lo sé. ¿Saberlo es suficiente como para cambiar mi conducta? Maldita sea, no.

No, no, no.

Y me he embriagado para olvidar esa tristeza, y para sentirme feliz. Y tomo pastillas para dormir mejor por las noches, para no soñar. Y hago miles de cosas con el único propósito de cansarme lo suficiente como para en el primer momento de recostar mi cabeza en la almohada caer dormida y no pensar. Y busco compañía de mis amigos y luego los rechazo y me aíslo.  Y la vida parece una cadena de eventos uno más traumático y solitario que el anterior.

Y...
Eso es crecer, ¿No? Así se siente, al menos.




Al final del día, lo que siento por ti y lo que pienso de ti no cambia ni disminuye ni un milímetro. 
Sigo creyendo que eres la primer y única persona que ha creído en mí ciegamente desde que tenía siete años.
Sigo creyendo que eres la única persona que podía entender lo que realmente soy, aún sin yo tener la necesidad de explicarlo.
Sigo creyendo que eres la única persona en el mundo que me quería por como soy, al menos por como solía ser y que no me pedía a cambio nada.

Y sigo creyendo que serás la única, en este mundo y en este plano existencial, que tendrá todo ese amor y fe en mí.



Por mi parte, queda salir al mundo a hacer mi trabajo, a buscar personas que quieran unirse a mi lucha, que crean en lo que hago. Me queda salir a vivir lo que tengo que vivir, y a crecer y a aprender y esas cosas que se hacen. Dedicarme a lo mío, sacarle provecho a lo que tengo y arriesgarme a ser quién realmente soy y hacer lo que realmente quiero hacer...

Y regresar, cada noche a mi cuarto, acostarme en mi cama y pedirte con mi pensamiento que no me dejes sola, ni siquiera ahora que ya te fuiste.