sábado, 25 de febrero de 2017

Ale y Yo

Nota 1:
Falté a la cita del viernes con ustedes, amables lectores, porque salí de la ciudad. Recién acabo de regresar y aunque no estoy en mis facultades totales para escribir, no quiero dejar pasar ni un segundo más sin contarles de algo bien padre.

Gracias por su compresiva paciencia.






Ale no es una persona particularmente parlanchina, por el contrario, es bastante introvertida. Suele dar el beneficio de la duda a las personas antes de predisponerse a prejuicios y comentarios dudosos. Tiene una atención bastante selectiva, sólo ella sabe pintar esa sonrisa burlona en sus labios, y en mis años de conocerla jamás la he visto asustada.

Ale no habla de sus problemas a menos que te tenga mucha confianza e incluso aún así has de dispararle un par de preguntas acordes al tema para que ella pueda hablar y soltarse. Ale es de las pocas personas que sabe estar sola e incluso cuando pasa gran parte del día leyendo novelas antiquísimas -es neta, ella me ha introducido a varios clásicos como Ana Karenina y Orgullo & Prejuicio-, rebloggeando en tumblr o escuchando música, incluso cuando a veces su sonrisa puede resultar tramposa y su voz inquebrantable, Ale también se siente triste, muy triste.

Ale tiene una mente brillante, fácil es de las cinco personas más inteligentes que he conocido en mi vida -y vaya que yo me rodeo de puro genio UuUr-, Ale es abierta a muchísimas cosas y tiene un espíritu indomable y ávido de aprendizaje. A veces da la impresión de que su vida no tiene rumbo, tatuándose planetas en los antebrazos, poniéndose piercings en la nariz, cambiando de carrera cada semestre, viajando de aquí y allá, embriagándose al primer antojo, explorando el mundo que se nos ha prestado, Ale al menos es honesta.
La verdad es que yo no conozco a alguien de nuestra edad que sepa muy bien lo que esté haciendo. Yo por momentos me siento un fraude, me siento inútil y tengo mucho miedo. Ale es transparente. Ale no da impresiones erróneas.

Pero Ale también es difícil de descifrar.



El primer recuerdo que tengo de Ale fue cuando nos conocimos en la preparatoria. Ella no llegó al curso introductorio, por lo que en el primer día oficial, no conocía a nadie. Durante el recreo yo la había visto sentada, sola y de repente ella  se había levantado, caminaba hacia mí y mi grupo de amigas y se presentó con formalidad. Extendió su mano, me la estrechó y me dijo: "Hola, soy Alejandra, mucho gusto".
Yo me quedé entre sorprendida y divertida. Me dieron muchas ganas de reírme. Nadie hacía eso. NADIE y menos en la prepa. Pero ella lo hizo. Tras haber correspondido a su saludo, ella tomó asiento junto a mí y entonces yo me dediqué a hacerle plática.
Vaya que era extraña. Respondía una pregunta que le hacía y luego se quedaba callada. Me incomodó al principio. No quería que nos quedáramos en silencio porque luego todo se haría raro y pues yo no estaba en condiciones de rechazar amistades, así que seguí haciéndole preguntas o contándole de mi vida. Cuando dieron el toque para regresar a clases, ella y yo subimos al salón y me di cuenta de que se sentaba hasta adelante. Le pregunté que si no quería sentarse mejor hasta atrás, conmigo. Ella aceptó.

Creo que desde ese momento algo hubo ahí. No sé si ella lo sintió también, pero estoy segura que fue como si algo cayera en su lugar. Extraño. Nunca me había pasado.

A partir de ese momento, creo yo, ella y yo nos volvimos muy buenas amigas.

Casi siempre estábamos juntas en las clases, el recreo, los talleres y los deportes. Platicábamos por montones, o más bien, ella me escuchaba parlotear de mis planes de ser escritora, de las novelas que estaba escribiendo por el momento y de otras cosas.

Ale, además de tener un montón de cualidades para ella misma, también las tiene para los demás.
Ha sido y es todavía muy compasiva conmigo, me tiene mucha paciencia y nunca me juzga por la mierda idiota que luego hago. Ale no es egoísta, aunque a veces me gustaría que lo fuera por su propio bien, es noble y no suele herir a los demás porque sí, porque alguien lo merece, porque la hicieron enojar. Escribo "no suele" porque es también humana.

Ale no es perfecta, pero incluso con sus bordes más oscuros y filosos sigue siendo una de las personas más bellas que yo haya visto en mi vida.


Ale es triste, es solitaria. Necesita ayuda pero no la pedirá.  A veces es descuidada, olvidadiza, es torpe. Tiene mal tino para elegir de quién enamorarse Y LO DIGO YO, eso es mucho decir. También tiene poco poder de decisión para marcharse cuando así lo amerita la situación. Ale no abandona a nadie, incluso cuando debería hacerlo por sentido común.


Ale es de las pocas, poquísimas, personas que no me hacen sentir sola. Cuando estoy con ella me siento normal, me siento validada, siento que pertenezco a un lado.





Ale y yo compartimos mucho; no en cuestiones de gustos o preferencias, aunque incluso en eso somos bastante compatibles, pero sí en tópico emocional, personal, interno.
Ale es una parte de mi alma, una parte de mí que yo decidí entregarle. Veo reflejos de mí en ella, veo cualidades que yo no tengo y veo defectos que me hacen querer mejorar.


Ya sé que no soy la mejor amiga que alguien pueda tener, ni la persona que más ama Ale, pero el amor que mi corazón, mi alma y todo lo que soy siente por ella es real, es incondicional y es eterno.

Hubo un tiempo en el que idealicé bastante nuestra relación, no hubo muchos disturbios por eso, pero cómo me dio ansiedad la revuelta de pensamientos y sentimientos que se apoderaban de mí al temer que quizás no era correspondida o que quizás me estuviese equivocando de persona en quién depositar mi confianza.
En estos últimos años he estado acercándome más, quité ese velo de amor platónico que me cegaba y decidí inspeccionar mi relación con ella.

No es perfecta. Ni ella, ni nuestra amistad, lo que compartimos, lo que ignoramos de la otra, lo que preferimos mantener a distancia.
Ella no es perfecta. Tiene sus altibajos, tiene sus defectos, tiene sus incongruencias, tiene sus diferencias.
Yo no soy la mejor para ella -o para alguien, tbh-, no soy su número uno en su lista.

Pero de algo estoy segura:

Lo que ella y yo compartimos es algo que no se puede romper, porque de alguna manera nos vamos a encontrar una y otra vez, en estos años, en nuestras infancias, en las siguientes vidas o en otros planos existenciales.

Estoy agradecida con la vida, con Diosito, con Buda y con ella por permitirme coincidir en estos tiempos con su preciosa alma.



Criaturas como ella no hay. Sólo es ella.






viernes, 17 de febrero de 2017

Amor en Tiempos de WhatsApp

San Valentin recién pasó y alguien me preguntó en la semana cómo me la había pasado. Mi primer instinto -as usual- fue quejarme y decir que estuvo medio chafa. No mentí del todo. Sí me sentí por ratos mal, sola, un poco desesperada y muy nerviosa. Pero luego de que expliqué mis actividades del día, me di cuenta de que en realidad no había estado tan feo.

Paula me envió una de las tarjetas más padres que alguien me ha enviado. Aldo me regaló una canción turbo bonita. Amigos cercanos me mandaron mensaje. Mis alumnos me abrazaron muchas veces. Recibí muy buenos chocolates.
No estuvo tan del carajo y sin embargo mi obsesión por encontrar algo con qué entristecerme se hizo presente.

Pasé gran parte del día preguntándome cómo es que hubiera preferido pasarlo. ¿Estaría más cómoda si tuviera una pareja con quién compartir el día? ¿Me sentiría más llena, más completa, más realizada si tuviera a alguien cuya llamada estuviera segura de que llegaría? ¿Me sentiría menos sola si tuviera una mano que tomar mientras camino por la calle? ¿Me sentiría más apreciada y validada si tuviera a alguien que quisiera escucharme decir hasta la más irreverente tontería?

¿Me sentiría menos triste si alguien me hubiera dicho que me ama mientras me mira a los ojos en San Valentin?

Lmao, probablemente.
O probablemente no.

Quizás estaría estresada porque soy pobre y no hubiera tenido dinero/ganas/tiempo de comprar algo acorde a la ocasión. Quizás me hubiera dado mucha ansiedad, como siempre me da, cuando son festividades de esa naturaleza. (Ya me ha pasado, lol)

Mi punto aquí es que ese día me fui a la cama sintiéndome un poco desesperada. ¿Qué es esto que pasa y que no me deja vivir como en una novela de Jane Austen? La época donde me tocó crecer ya de por sí es ridícula. Me ha tocado conocer a cada persona que de veras parece villano de Orgullo & Prejuicio, ¿Cómo es que no estoy experimentando algo así del amor romántico que veo en las películas, del que tanto énfasis hace Taylor Swift, ese amor en el que todo el mundo quiere creer?



Pasé un rato en feisbuck viendo lo que publicaban mis amigos, debatiéndome por dentro si hacía obvio mi sentir o seguir dándole me divierte a sus memes.
No puedo negarlo, sentí gran incomodidad al notar sus carteles de "las relaciones de ahora se basan en vistos y en cuánto tiempo se tardan en contestarte".
Me incomoda af ver ese tipo de críticas y no estoy segura de porqué.

Dudo mucho por creerme "encasillada en eso".
Mantengo muchas de mis relaciones por medios de comunicación. La distancia es mucha, el mundo es muy grande y el tiempo no da permiso de nada. No creo que exista algo de malo en ello.
¿Es lo mismo?

En absoluto.

A veces necesitamos abrazar a alguien. A veces necesitamos besar a alguien. A veces necesitamos saber que, aunque te estés peleando con alguien, esa persona no va a desaparecer así como así. Y por el teléfono es imposible tener eso.

Pero es lo que hay. Es lo que tenemos. Es lo que se ha construido. Es con lo que contamos. El mundo crece a pasos agigantados y nuestras maneras de relacionarnos, de vivir, de querer, también.



El ser humano por naturaleza es vacío y solitario. 

Todos nos sentimos solos y vacíos. Quien diga que no es un mentiroso y me da ascDIGO se miente a sí mismo/a. 
Por eso estamos buscando algo que nos haga sentir bien, algo que nos haga felices. Un trabajo, un sueño, una persona. Un viaje, una realización, una familia. Un lugar en donde pertenecer. Alguien que te pueda entender.
Eso no es malo. Es natural. Es casi biológico y contra ello poco podemos hacer. 

El mundo cada vez parece un lugar más desolado. Vamos a buscar compañía, afecto y atención donde podamos, donde se nos sea fácil.
Internet ahora nos facilita casi hasta el respirar. 

¿Vamos a criticarnos por eso? ¿Vamos a menospreciar a alguien al otro lado del continente, vamos a menospreciar los sentimientos de alguien puestos en emojis, en correos, en memes de feisbuck?

Veo a mucha gente que hasta risa les causa.

Porque es bien fácil criticar y chalalá. Porque es más fácil reírnos de algo que intentar entenderlo. 




No voy a justificarlo del todo. Sé que hay un montón de pervertidos y depravados que andan por todo internet viendo a quién se joden y hay que tener mucho cuidado. No debemos poner nuestra confianza en cualquier persona, sea virtual o física. 


Mi punto es que, gracias a todos los avances en los medios de comunicación, conocer a otras personas con partes potencialmente similares a ti ahora es mucho más fácil que antes. En internet se goza de una libertad muy poco propia de la vida "real". 
Te puedes esconder tras un avatar. Puedes esconder tu cara, tu nombre y tu historia.
Puedes ser tú al 100%.
Puedes ser una versión mejorada de ti.

Tiene cosas buenas como malas, como todo en la vida. Hay que saber esquivar balas innecesarias. 

Pero encontrar un lugar en el mundo es mucho más fácil; sólo estamos a un clic.


¿En qué se sustenta el amor, al fin y al cabo?

¿Es mero contacto físico? ¿Es conocimiento intelectual? ¿Es compartir vivencias? ¿Es intercambiar sentimientos?

¿Qué es?

¿Cómo aseguramos que "amamos" a alguien?


¿Cómo es que lo sabemos?


Son preguntas que yo no puedo contestar por ustedes, amigos y ese es precisamente mi punto. Como yo no sé qué es el amor para ustedes, no sé cómo lo sustentan ustedes, no puedo criticarles sus relaciones ni cómo las mantienen.




El amor para mí representa algo más que un visto.

El amor para mí es tiempo, es intimidad emocional, es conocimiento. Es una canción, es un recuerdo y es un detalle. Es una voz diciendo que me cuide mucho. Es una letra diciendo que hoy se sintió muy feliz de platicar conmigo. Es un meme. Es una risa. Es un abrazo.  Es atención (MUCHA ATENCIÓN), es una mirada, es tomarme de la mano cuando tengo miedo.
Es una responsabilidad, es un compromiso y es un deber.

¿Se puede encontrar todo eso en una conversación de whatsapp, en un dm, en una llamada?



Ño lo sé. Pero no me voy a detener de intentarlo, al fin y al cabo, ¿qué es lo peor que puede pasarme?


Además de lo obvio, por supuesto. Pls no pensemos en lo obvio.






Co-existir como sociedad ya de por sí parece imposible como para ir añadiendo barreras innecesarias. Amar a alguien debería ser fácil, debería tener sentido y debería sentirse turbo padre, pero a veces es lo contrario. Amar a alguien a veces es bien complejo, carece de razón y lógica y más que mariposas en el estómago lo que se siente es un gran revuelo de emociones negativas, desesperación y lágrimas contenidas.

Yo ya pasé por eso. Toda esa ansiedad y ese nerviosismo, todo ese miedo, hasta celos, CELOSA YO, O SEA JAMÁS EN LA VIDA pero sí llegué a sentirlos y llegué a comportarme de manera irracional por ellos.
Ya aprendí de ello. Lo he dejado atrás. E incluso cuando en estos dos últimos meses he sido bien feliz y recientemente ya empezaron con sus chingaderas y sus desconsideraciones, he pensado mucho en algo estas semanas:

Voy a quedarme tanto como quiera y como pueda con alguien. Voy a disfrutar de su compañía, voy a obviar sus errores, su mala vibra y sus defectos y voy a seguir adelante.

No voy a atarme a un contacto de whatsapp.
No voy a cegarme por una chica bonita de mi escuela.
No voy a enredarme con una cuenta de tuiter.
No voy a dejarme impresionar (¿O aprisionar?) por el chico de los ojos más azules que el cielo que me encontré hace una semana.


Voy a ser feliz con lo que tengo en mi poder. Voy a ser feliz cuando lo pierda y voy a ser feliz cuando consiga algo mejor.

Porque el amor en tiempos de whatsapp puede ser turbulento, inestable e irreal.

¿Pero ustedes conocen algún amor que no traspase fronteras?


viernes, 10 de febrero de 2017

Salir Del Clóset

Advertencia:
Estoy a punto de escribir sobre algo muy personal, como casi todo en este blog, pero por cuestiones que van más allá de lo moral y ético me gustaría pedir respeto  de quién lo lee, lo comparte y lo comenta.
A mí en absoluto me ofende o me afecta lo que tengas que decirme. A menos que seas mi madre u Oscar Wilde, no tengo mucho interés en escuchar una opinión que no te he pedido.
Pero no estoy sola aquí; detrás de mí viene toda una comunidad que ha sido marginada a lo largo de los años y por respeto a ellos, a su lucha, que ahora también es mi lucha, y todo lo que hay en medio, el respeto es fundamental.

También, si con el sólo título tienes para juzgar mi entrada, ÑO me leas.

Yo tengo poder sobre lo que escribo aquí, pero no tengo poder sobre lo que tú decidas concluir, sobre lo que tú decidas tomar, sobre lo que tú decidas sentir.


Si aún así quieres leerme y estás dispuesta/o a abrir tu mente, eres súper bienvenida/o.

Si no es el caso, nos podemos leer en la siguiente ocasión. O nunca. 


Gracias de antemano

n_n





No me había sentido diferente en ningún aspecto sino hasta que lo señalaron los demás. Para mí era normal ver la vida como la veía, vivirla como la vivía y sentirla como la sentía. Yo me sentía así, yo pensaba así y pues eso era suficiente, no necesitaba darle un significado. Muy en mis adentros creía que, más que bien o mal, yo era eso, eso era parte de mí y pues no debía preocuparme.

Me preocupé, por supuesto. Crecí entre escuelas religiosas privadas, crecí entre parientes religiosos conservadores y panistas en su mayoría, crecí con todo el mundo alrededor queriéndome meter la religión hasta por la nariz. No es que la religión esté mal, es que la religión es... la que me intentaron inculcar es un pocMUY prejuiciosa y poco amable con las "minorías" y grupos diferentes. Incluso cuando mis padres, gracias a Diosito, no son personas cerradas e intolerantes, de todas maneras crecí con la creencia de que la mujer y el hombre son complementos, la mujer nació de la costilla de un hombre, el hombre domina a las bestias sobre la tierra, el mar y el cielo y que nunca debo cuestionar nada porque un sólo rastro de duda sería mi condena.

Lol, no creo en nada de eso.

Pero incluso cuando no me creí eso que tanto me repitieron hasta el cansancio, entonces me di cuenta de que no era normal. Que era diferente. Y como es común en el ser humano cuando no se tiene suficiente información, me aterré.

 Crecí viendo novelas de televisa infantiles. Me encantaban, porque siempre tenían motivos súper fantásticos, música padre y estilos coloridos. Pero algo dentro de mí se removía, un poco incómoda, al ver la fuerza que le metían para añadir fórmulas románticas: Tenía siete años y veía cómo una niña y un niño de diez años se "enamoraban".

Entendía todo el concepto básico: Chico que conoce a chica, chico que se enamora de la chica, chica que se enamora del chico. Viven felices para siempre. Pero a mí esos cuentos no me los podían vender. ¡Es que les faltaba tanto! Esas historias de amor no podían quedarse ahí. El amor no podía basarse en eso. Yo no podía ir por ahí creyendo que apenas mirara a un chico a los ojos terminaría enamorada. No podía. No creía en eso.

El amor tenía que sustentarse en algo más que lo mero físico. ¿Cómo sabes que te va a gustar si no lo conoces, si no sabes cómo se llama, qué le gusta, qué no le gusta?



Pero, pues, si en la televisión lo decían, si todo el mundo lo decía, lo vivía, pues entonces tenía que ser cierto, ¿No es así? Y en mi débil intento de ser como los demás, de veras le di una oportunidad. Me acerqué a un compañero de la escuela y en silencio esperé a que algo pasara. Pero nada pasó. Yo no sentía en absoluto nada. En cambio, a mi nuevo amigo, le pareció gustar que yo le diera atención, se sintió acompañado, no sé qué y decidió quedarse conmigo. Pero yo no sentía nada. ABSOLUTAMENTE NADA.

TODO ES UNA FARSA, me dije a mí misma, ESTO DEL AMOR NI SIRVE.

Y, pues, me llegué a llevar muy bien con el tipo. Nos hicimos buenos amigos y le tenía mucha confianza PERO NO SENTÍA NADA.
Pero, es que, ¿cómo era posible? Si él era un chico y yo era una chica... ¿Qué era lo que nos detenía de enamorarnos?
Por el contrario, tenía una amiga que era súper alegre, siempre de buen humor, y me encantaba estar con ella.

"Si pudiera combinarlos, seguro sacaría al novio perfecto" pensaba, a mis siete años. Porque mi amiga tenía un montón de cosas que me gustaban pero pues, era niña. Y este chico también tenía cosas padres pero no me gustaba.

Hice lo que me resultó fácil en ese momento: Reprimir mis pensamientos y sentimientos y creer que todo lo que veía en televisión es basura porque ni eso me pasaba.

Quería imaginarme al novio perfecto, con quién me casaría, quién sería el príncipe azul ideal que vendría a vivir miles de aventuras conmigo:
Y por más que lo quería imaginar, físicamente me era imposible. No podía ponerle cara. No podía ponerle rasgos. No podía ponerle cuerpo. 

Todo lo que podía hacer era enlistar cualidades y habilidades:
Que fuera inteligente (súper importante, lo más alto en mi lista)
Que fuera divertido
Que fuera gentil, conmigo y con los demás
Que fuera compartido, considerado y compasivo
Que le gustaran los animales
Que le gustara ver Rocket Power y las Chicas Súper Poderosas

Que yo le gustara tal cuál soy.

Tons me di cuenta de que ahí había algo extraño en mí. Todas mis amigas maullaban cosas como: "Qué guapo está David. Tiene unos ojazos verdes" "Yo quiero que mi novio tenga la sonrisa de Fabricio". "A mí me gusta ese chico de cabello chino de quinto A".



Crecí y todo lo que consumían mis amigos me parecía de lo más falso. ¿Por qué nadie podía enlistar algo más que la cara y lo que tenía entre sus piernas? ¿Por qué todos se detenían a admirar lo obvio? ¿Cuál era el punto de enamorarse si iba a ser tan fácil? Qué aburrido lo fácil, la verdad.


Cuando mis amigas hablaban sobre chicos y me preguntaban a mí, yo nunca sabía qué decir. Había intentado expresar un gusto que tenía por un chico que iba al mismo club deportivo al que yo asistía pero apenas decía su nombre, ellas ponían cara de asco y me hacían sentir culpable por gustarme. ¿Qué dirían de mí si les decía que me gustaba mucho una chica con quién también iba conmigo a ese club deportivo? lol, mejor lo dejaba por la paz.

Aprendí a guardar esa parte de mí porque me parecía íntima y privada. ¿Qué les importaba a ellas si de todos modos no lo iban a entender?
Nadie lo iba a entender. Tal vez ni siquiera mis padres. Cómo me desanimaba eso. No había nadie más como yo, que viera lo que yo veía.

En la primaria recibí una carta de un amigo para San Valentín en donde me decía que yo le gustaba porque tengo "ojos bonitos" y "piernas bonitas". Me dio risa. Al inicio me emocioné porque omg, le gustaba a alguien, pero al mismo tiempo me sentí triste.
Este chico sólo estaba interesado en mí por lo que podía ver, no por lo que yo era. Así como lo veía, él sólo quería mis ojos y mis piernas. No quería platicar conmigo de animales, de historias de fantasmas. No quería jugar conmigo al ráquetbol. No quería escuchar música conmigo. No quería iluminar imágenes de winne pooh conmigo.

No quería nada de eso porque él no sabía quién era yo. Sólo quería mi apariencia.


En la secundaria tuve un novio. Era popular entre los amigos, tenía unas cejas pobladas bien padres y una voz muy bonita. Pero lo que a mí más me gustaba de él era que se dedicaba a escribir. Obvio no escribía tanto como yo pero sí escribía. Platicábamos mucho sobre eso y me gustaba estar con alguien así. No me sentía tan sola. Además, él escribía cosas y decía que se inspiraba en mí, que tal personaje era yo y así. Bien padre. 


Pasaron muchas cosas entonces. Cuando llegué a la prepa me sinceré con respecto a lo que sentía. 

Salí del clóset, pues.

No porque me hubiera enamorado de una mujer, de un genderlfuid, o de alguien más entre esos géneros. No.
"Salí del clóset" porque entonces caí en cuenta que turbo obvio no era como los demás. Como mis compañeras y compañeros. No podía acercarme a alguien porque a simple vista casi nadie me parecía atractivo. Tenía que motivarme algo más. Tenía que saber.

Nunca les mentí a mis padres. Nunca les dije que era heterosexual o que me gustaran los hombres y tal vez por eso jamás me sentí dentro de un clóset. Aunque yo sé que por dentro sí asumían una heterosexualidad porque estaba (estoy) mega obsesionada con los Jonas Brothers, cuando les hice el comentario no se mostraron muy sorprendidos.

Fui muy clara:

El género a mí no me va a detener a la hora de enamorarme. Si conozco a alguien y me enamoro, no me va a importar si es hombre, si es mujer, si es genderfluid, si es andrógino, si es transexual, transgénero, si es lo que sea que quiera ser. Si mi alma vibra a la misma frecuencia, entonces no se discute y ya.



No les dije "soy pansexual" porque no sabía yo eso. No les dije "soy bisexual" porque sería mentirles. No me siento atraída hacia las mujeres ni hacia los hombres. Hacia nada en concreto. A mí eso no me importa, por muy difícil que eso llegue a parecer.


Lo recibieron bien, lo entendieron bien. Desde entonces, que fue desde los 17 años, ellos se han referido a mis futuros intereses románticos como "parejas". Nunca un "novio, o tu novia". "Pareja". Y eso está turbo cool porque entonces siento que me validan, siento que me respaldan a mí, a mi pareja y a mi decisión de ser feliz con quién me venga en gana.

Cuando lo hice con mis amigos, no fue del mismo modo. Tampoco dije que era pansx. Sólo dije: "tengo novia" o "me enamoré de X persona". Muchos sí se sacaron de onda, otros no tanto. Todos me aceptaron. A nadie le causó conflicto y si sí, pues no me hicieron sus dramas en la cara y qué bueno.


Tenía un amigo que un día me dijo "Tú eres pansexual". Yo no sabía qué era eso y obvio lo negué. Él insistió mucho y entonces yo me decidí a buscarlo. 

Lo soy, Soy pansexual. Y me da muchísimo gusto serlo porque pasé tanto tiempo pensando que estaba sola, que nadie más se sentía igual y que seguro me iba a morir sola. No estoy sola. O sea, ahorita no conozco a alguien que también se identifique como pansexual pero sé que hay más allá afuera.
Sé que pertenezco a un lado.





Recopilé algunas anécdotas sobre cómo algunos amigos descubrieron sus sexualidades.

Mi amigo José (José, si lees esto, te amo un chingo <3) descubrió su homosexualidad desde que era pequeño porque prácticamente se besaba con todos sus compañerdDIGO, porque desarrolló sentimientos románticos hacia otro chico.
Mi amigo Aldo descubrió su heterosexualidad también desde pequeño porque siempre le han gustado las niñas y nunca ha sentido nada de manera romántica o sexual hacia otro hombre.
Mi amiga Yazmín se dice heterosexual porque en realidad no ha "experimentado", así que ella supone
(7u7)



Mi punto aquí es que he tenido un conflicto con todo el asunto que involucra el "salir del clóset". ¿Quién te metió dentro de un clóset? La heteronormativa, que asume una sexualidad quizás inexistente. 
Como soy niña, a huevo me tienen que gustar lo niños.
Si tú eres niño, a huevo te tienen que gustar las niñas.

No deteniéndose a pensar que quizás soy niño y me gustan los niños, quizás soy niña y me gustan las niñas y los niños. Quizás soy niña y no me gusta nadie. Quizás soy niño y no me importa lo que la otra persona tenga entre las piernas.

Si dejáramos de asumir algo, quizás la gente no se sentiría atrapada dentro de un clóset. Si hubiera más representación allá afuera, habría menos niños sintiéndose confundidos, asustados y solos.

Creo yo que salir del clóset es más personal que andar contando con qué género prefieres irte a la cama. Creo que es un descubrimiento, un viaje que cada quién hace, cada quién lleva su ritmo, cada quién sabe cómo termina.

Yo descubrí esto de mí cuando era muy pequeña. Lo asumí en voz alta cuando tenía diecisiete años. Le puse nombre cuando cumplí dieciocho. 

También salí del clóset como vegetariana cuando cumplí dieciocho.

Salí del clóset como espiritual cuando cumplí dieciséis.


Salir del clóset es descubrir algo nuevo en ti. Algo que cambia tu vida, algo que cambia tu manera de ver el mundo.
Por suerte yo tengo una familia que me ama sin importar qué y me ha sabido aceptar muy a su manera. Por suerte tengo amigos que son súper fabulosos que han sabido entenderme y lo han intentado. Por suerte me tengo a mí misma y no seré muchas cosas pero sí soy flexible, lo cual me permitió llevar a cabo este viaje intrapersonal.

Yo sé que otros no tienen la misma suerte y se tienen que andar escondiéndose.

A ustedes dedico este post, para recordarles que son válidos, que son importantes, y que no están solos. Que no necesitan probarle nada a nadie y que lo que ustedes son es suficiente.



Nunca se rindan.


Gracias por leerme.

XOXO

viernes, 3 de febrero de 2017

Ahorcándome Con el Hilo Rojo del Destino

Esta es la segunda versión del post para hoy. Normalmente sé de qué voy a escribir, de qué voy a quejarme, con qué voy a lloriquear o qué quiero decir. Últimamente no, todo me pone en conflicto. El mundo se cae a pedazos y mi vida personal también. Mis manos no son suficientes como para detener algo y sólo me queda mirar de cerca, sintiendo las gotas de sudor corriendo por mi nuca por presenciar las llamas del incendio frente a mí.

Estoy cerca del fuego, lo suficientemente cerca como para ponerme nerviosa y que mi cuerpo reaccione, pero lo suficientemente lejos como para no prenderme en llamas y morirme alv. En un limbo. Odio sentirme así.

Es culpa del mundo y es mi culpa. Si no fuera el mundo tan IDIOTA, no tendríamos que pasar por estas vergüenzas que estamos pasando en la actualidad. Si yo no fuera tan IDIOTA SENSIBLE creo que estaría bien indiferente, como ustedes, ante los acontecimientos horribles en nuestro planeta y sería feliz.
Tal vez.

Desear ser insensible es mi mecanismo de defensa. El único que he conocido y pues no me sirve de todas maneras porque desear no es lo mismo que hacer.
Otro día en el que no es bonis ser yo.

*suspira*

Pero a lo que vamos.

He leído varias veces el famoso mito, la leyenda urbana, ese rumor que corre por los pasillos de voz en voz, del hilo rojo del destino.



La historia va algo así: 
Originaria de Japón, la leyenda cuenta que un hilo rojo "del destino" une a dos personas. Todos estamos unidos a alguien por ese hilo que resulta invisible al ojo humano. No puedes romperlo; se puede tensar, se puede enredar, se puede acortar, pero nunca se romperá. "Del destino" porque el destino es quien participa para MANIPULAdigo para crear las oportunidades en que encuentres a esa persona con quién estás unido.

Me parece que tiene connotación romántica pero como es algo del destino, algo establecido, algo escrito, algo en lo que no tenemos elección, por supuesto que me aterra un poco.

Ser manipulada por fuerzas aleatorias del universo para que cumpla con lo que se me ha encomendado me parece un poco salido de una película de terror, perdón por lo poco romántica.


Normalmente no creo en cosas así. No me parece que tengan algún sentido y por el contrario, me parecen pobres excusas para justificar comportamientos extraños, acosadores y hasta cierto punto abusivos.
¿Pero qué sé yo, se preguntarán ustedes, si no me ha pasado?

Pues, creo que sí me ha pasado.




No sé qué tan destinada estoy a conocer a ciertas personas. No sé si ha sido cuestión divina- o de algún otro tipo de fuerza a voluntad- el hecho de toparme con alguien en mi camino.
Me da miedo pensar eso. Me gusta creer que fue pura suerte o que tengo buena puntería para elegir a las personas. Tal vez me gusta pensar así porque en realidad no me siento tan afortunada ni tan buena arquera como para tener tal tino.

Estoy rodeada de buenas personas, de eso estoy segura.

A pesar de todo, de mis creencias y, bueno, pues la lógica humana y el razonamiento, me han pasado ciertos sucesos sobre los cuáles me he replanteado toda mi existencia y todo en lo que creo.


Voy por la vida sintiéndome de alguna manera, pensando en algo, deseando algo y de repente se hace realidad. No sé a quién culpar. ¿Soy yo, quien con mi energía atraigo a este tipo de situaciones? ¿O es que la otra persona está tan conectada a mí que siente lo mismo que yo?


Como la carta de Diego en la navidad pasada, o como la disculpa de Karli ayer en la noche. Como mis opiniones sospechosamente similares con las de Ale. O los mismos pensamientos burlones y mamones que comparto con Fany. A veces Ingrid y yo decimos lo mismo en el instante.

Estoy tan segura que estoy sola dentro de mí misma que cuando suceden cosas así me hacen reconsiderar lo que soy. ¿Estoy o no sola? ¿POR QUÉ PASA ESTO?



¿Es que una es fácil de leer? Según yo, sí, lo soy, porque soy muy honesta e intento ser lo más transparente que pueda. ¿Según los demás? Soy bastante complicada de descifrar.

Tampoco creo que sea algo meramente romántico. Así como las almas gemelas, yo creo que el hilo rojo del destino -si es que existe- se extiende a algo más allá meramente amoroso. Si es que existe, siento que estoy conectada a tal punto con varias personas en diversos niveles. Como un complicado tejido de diferentes colores.

No hay muchas explicaciones para varias cosas que me suceden. A lo largo de mi vida he intentado hallarle el sentido a lo que me pasaba y sólo terminaba por frustrarme, sentirme triste y confundida y la desesperación me comía viva. No hace mucho acepté lo inevitable: La vida carece de absoluto sentido. A veces las cosas pasan y ya. ¿Habrá algo detrás? Quién sabe. ¿Importa realmente? ¿Eso supondría alguna diferencia? ¿Me haría sentir mejor el saber que estoy siendo manipulada como una marioneta?
Creo que nada de eso interesa.
Siempre es bueno conocer las razones de las cosas. A mí me gusta mucho conocer ese tipo de cuestiones pero también he aprendido que hay cosas que es mejor no saber.


¿Estoy atada a estas personas? O sea, por razón ajena a mi persona. ¿He estado atada a todos con quiénes me he relacionado, con aquellos quiénes han tocado mi vida, quiénes han contribuido a la construcción de lo que soy?

A lo mejor.

A lo mejor no.




Por hoy no sé qué más reflexionar o qué más decir.

¿Confiarme en una leyenda urbana japonesa o seguir luchando, sufriendo y pensando que aún tengo control sobre mis acciones?

En ambos casos suena a que me va a doler.


Y pues, quiero decirles que si me duele va a ser todo un honor.



-no tiene sentido, ya lo sé-