Llegué a mi casa arrastrándome, con una gran bolsa llena de comida chatarra y con unas punzadas cortándome las piernas. Estaba hambrienta, cansada, somnolienta, moría por una cama cálida y quizás un poco de morfina. A pesar de haber estado vagando bajo un sol brillante y arduo, el frío seguía presente.
Dejé caer tanto la bolsa como mi mochila apenas crucé la puerta de mi casa. Me obligué a mí misma a tirarme en el primer lugar cómodo que divisara y así estuve durante un par de minutos, sentada en el sillón mediano, intentando controlar mi respiración y deseando que si me moría de algo no sufrirlo por mucho tiempo. Me punzaba todo el cuerpo, tenía mucho sueño, el estómago me dolía por el hambre y en cualquier momento perdería la consciencia.
Pero fui feliz. Estaba feliz. Me sentía feliz.
Porque estar con quién estaba me hace muy feliz, incluso a pesar de que me salté mi siesta de la tarde, incluso cuando comí dos horas después de mi horario, incluso cuando me dolían tanto las piernas que consideré la posibilidad de auto-inducirme algún tipo de coma farmacológico.
Ahora, la verdad, no me siento tan feliz, pero ese es otro cuento.
Hace unos pocos días Diego me preguntó si me sentía feliz y fue algo que me agarró en curva porque, al menos en ese día, en ese momento, ni siquiera se me había cruzado por la cabeza preguntármelo. "¿Soy feliz? Pues... estoy viva, tengo salud, tengo familia, un techo bajo el cual duermo, una cama cálida que me espera cada noche, tengo dinero en mi cartera y un libro de Neil Gaiman que aún no termino... Debo serlo" pensé para mis adentros pero en cuestión de segundos una frase latió dentro de mi cabeza tan fuerte que hasta me dolió poquito, físicamente.
Estoy bien, pero no feliz.
Vacilé con mi respuesta y dentro de mi mente sólo había balbuceos. De veras no paso mucho tiempo preguntándome si soy feliz.
Supuse que si estoy bien, eso debería conllevar algún tipo de felicidad. Tendría sentido, ¿No?
Pues creo que no. Se puede estar bien pero no ser feliz. Estar feliz.
¿Se es feliz o se está feliz?
Este lunes regresé a mi rutina habitual de trabajo: Levantarme a las bastardas seis y media de la madrugada, caminar en medio de un frío implacable, pasar cuatro horas saltando de aquí y allá, evitando que los niños se hagan cortes de cabello, se muerdan entre ellos, básicamente mantenerlos vivos mientras les enseño cómo se escribe la A o que el 3 sigue del 2, cosas sencillas y útiles, pues, tanto como el jodido programa de la SEP me permita hacerlos funcionales en vez de tristes y mediocres mecanizados obreros. Regresar a mi casa a eso de la una de la tarde y pasar las siguientes horas no ahogándome en mi mediocridad y en mi pánico de no creerme suficiente o la mejor.
Creo que está de más repetirlo pero lo haré igual: Me gusta mucho mi carrera. Es el accidente, la coincidencia más bonita que he tenido en mi vida y aunque resulta AGOTADOR tanto física como emocionalmente, de veras me gusta y me siento cómoda ahí.
¿Entonces porqué sufría tanto por regresar a dar clases otra vez?
Al inicio pensé que era mi habitual pesimismo y ansiedad los que estaban haciendo eco en mi cabeza pero luego me di cuenta que no era la única que estaba disgustada por regresar a la escuela. Falta decir que incluso entre mis compañeros deseábamos prolongar las vacaciones un poco más.
Pero es que, ¿Nadie es feliz regresando a lo que hace? ¿Es que no estamos satisfechos? ¿Es que preferiríamos estar haciendo otra cosa?
Ciertamente yo sí preferiría estar haciendo otra cosa. Preferiría estar sentada sobre mi trasero ocho horas al día escribiendo y escribiendo como loca, creando y deshaciendo lo que se me venga en gana, dando vida y matando a diestra y siniestra con mi pluma. Perderme por grandes lapsos en esa sensación de vida y luz interna que sólo escribir me puede dar. Preferiría estar despertándome a medio día y yéndome a dormir a las dos de la madrugada. Preferiría salir de mi casa sólo cuando tenga el gusto de.
Pero para el caso, también preferiría estar viviendo en algún apartamento cálido en las afueras de una ciudad pequeña de Canadá, vistiendo de lana y algodón siempre, tomando mucho café a todas horas y pasando mis siestas con la cabeza en las piernas de Jane Levy.
(sin contexto sexual. O sí, también con el contexto sexual)
O estar muerta. Cualquiera de las dos está bien.
Pero incluso si todo eso se hiciera realidad, ¿Aun así sentiría este pequeño vacío o sería por completo feliz?
Hay gente que dice estar feliz todo el tiempo y esa gente la verdad me causa un poco de pánico porque no creo que se pueda estar feliz todo el tiempo. ¿Se podrá? De veras no lo creo. Pienso yo más bien que lo que ellos confunden es satisfacción y/o costumbre.
Dice JuanGa que la costumbre es más fuerte que el amor y ciertamente es más fuerte que la felicidad. O parecidos.
Quizás por eso me es difícil decir que soy feliz, porque no suelo estar satisfecha con mucho en mi vida. Siempre deseo más, siempre lo quiero todo. Eso jamás se hará realidad. Lo sé, lo tengo bien presente.
Creo que no soy la única que se siente así. La mayoría de mis amigos son nenas quejumbrosas y maricas como yo. No me suelo juntar con personas que lo dan por sentado todo y se quedan ahí, en su zona de conformidad. Muchos pueden considerarlo como compañías negativas o hasta cierto punto tóxicas, pero yo pienso que es muy sano.
Puedo sentarme en un restaurant, en un café o sobre las camas de ellos, y podemos pasar horas y horas quejándonos de nuestras vidas, quejándonos del mundo. Haciendo mil planes para dominar el planeta, inventando miles de soluciones a los problemas de la sociedad. Deseando y soñando en voz alta con lo que queremos hacer de nuestras vidas,por lo que moriríamos o mataríamos por hacer.
Esa falta de felicidad, ese huequito interno, deja que un rayo de pasión se abra dentro de nosotros.
Las personas felices no cambian al mundo. Están muy ocupadas amando lo que ya tienen.
El mundo gira hacia donde caminan las almas insatisfechas, rotas y tristes.
¿Entonces, qué es la felicidad?
También pienso que la felicidad es bien diferente para todos. Todo es diferente. La vida, el amor, la felicidad, los sueños, el arte, la pasión...
Yo puedo decir que la felicidad, como en el último post del blog de hace un año escribí, es como un ladrillo colorido. No en toda la vereda hay, pero mientras caminas tus pies descalzos pueden tropezarse con alguno de ellos y es tu decisión si lo añades al camino que vas dejando tras de ti.
Tal vez alguien más puede decir que la felicidad es algo que se encuentra dentro de nosotros mismos y no depende de nadie.
Alguien más puede opinar que la felicidad es una actitud, una mirada retadora a la vida.
Otro puede afirmar que la felicidad no es más que una decisión. Puedes tener una vida jodida, la vida más miserable de todas pero si decides ser feliz serás feliz (como por arte de magia <3 Ayñ, amigos, esa es la peor definición y creencia, pls don't <3)
La felicidad como la belleza: Es subjetiva y sí, pertenece al sujeto quién la mira.
Tal vez aquellos que creen que la felicidad es una decisión no estén tan equivocados, al fin y al cabo. Hace una semana les escribí que en mi vida personal era muy feliz pero por causas ajenas a mí -como siempre, este pinche país que me arrastra al infierno terrenal >:c- no podía ser feliz del todo. Tal vez sí es mi decisión dejar que mi humanidad y mi naturaleza interfieran en mi pedazo de cielo.
Pero también tal vez mi felicidad recae en que los demás sean felices.
No, pues nunca jajajaja #RIPME
¿Adónde quiero llegar con esto? ¿Qué es lo que pretendo decir?
No tengo mucha idea, ya saben.
Sólo vengo a reflexionar un poco sobre porqué me exasperaba pensar que regresaría a dar clases. ¿Por qué me perturbaba tanto ese pensamiento si me gusta? Quizás porque no me hace feliz. ¿Entonces qué me hace feliz? ¿Escribir? Generalmente sí, pero también me turbo frustro y me emperro sola >:c
Por lo que deduzco que no puedo ni podré ser enteramente feliz con algo. Al menos para mí no funciona así. Soy un poco más exigente (¿O estoy más rota?) que los demás y no soy tan fácil de complacer. O sí. Mi punto es que necesito muchas cosas para en verdad alcanzar la felicidad, aunque sea momentánea.
O no.
Tengo veintiún años, difícilmente sé adónde estoy caminando, así que no me juzguen que dude tanto al escribir esto. Es un tema difícil.
La realidad es que mi felicidad es como un colibrí. Aparece y desaparece. Es intermitente. A veces presto atención, a veces no (Me distraigo mucho, creo que ya lo saben). A veces decido ignorarlo, a veces decido tomarlo. A veces me confundo, a veces es muy obvio.
Pero ahí está y en diversas formas.
Me hace muy feliz llamarle a Ingrid, también me hace muy feliz encontrar un libro que deseaba a muy bajo costo. Me hace feliz tomar café y también me hace feliz abrazar a Joseluis. Me hace feliz despertarme a medio día los domingos y darme cuenta que mi papá ya está haciendo el desayuno y me hace muy feliz escribir este blog.
Me hace muy feliz cantar mientras voy en el asiento del copiloto en el auto de Ángel, me hace muy feliz cuando un niño me dice "gracias, Maestra" desde el fondo de su alma. Me hace feliz que alguien crea que le hago algún bien a su vida, me hace muy feliz cuando Nuncio y yo intercambiamos fotos de nosotros levantándonos el dedo de en medio. Me hace muy feliz cuando me mandan un meme de Pedro Sola y me hace muy feliz cuando mi mamá me da mi beso de la buena suerte cuando pienso que tendré un día agitado.
Me hace muy feliz que mi hermana quiera ver programas de televisión conmigo, me hace feliz ver una viñeta de Mafalda que no haya visto.
Me hace muy feliz cuando Diian me escribe para decirme que me extraña, me hace feliz cuando veo entrevistas de Alessia Cara. Me hace súper feliz cuando inicio un libro de Stephen King -aunque ya lo haya leído diez mil veces-, me hace muy feliz escribir este blog.
Cada una de esas felicidades es diferente. Y está presente, es sólo que no siempre.
Me hace feliz cuando Diego dice que me quiere, y me hace feliz cuando Kar me golpea en el brazo cada que digo una tontería que le exprime una sonrisa (no puedo evitar ser tan divertida, sorry)
Muchas cosas me hacen feliz, pero no es algo que sea eterno, que esté siempre presente o, carajo, que yo sea consciente de eso.
Me hace feliz cuando alguien me invita a ver una película de terror y me hace feliz cuando descubro algo en común con Aldo. Me hace feliz comprarme algo de Winne Pooh y me hace muy feliz cuando alguien dice que le gusta lo que escribo.
Todo eso está ahí. Como burbujas levitando por un campo abierto, como pétalos de un diente de león que se elevan al sol. Depende de mí que yo los atrape. Depende de mí que yo lo valore.
Como conclusión, no creo yo que la felicidad sea el objetivo de todo. Tampoco creo que sea un camino. Creo que es un elemento más a la vida. Un ingrediente para un arcoiris.
¿Y qué más además de luz solar necesita un arcoiris para formarse?
Lluvia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario